Hablamos en este blog siempre en positivo y de temas relacionados con Salud y Periodismo.
Amplío el abanico en el caso de hoy por la temática: turismo, hostelería, tapas y Madrid.
Y sí, en positivo voy a denunciar la clavada ayer del Bar El Brillante, ubicado en la plaza del Museo Reina Sofía/Atocha de Madrid. Y así para algo positivo servirá este post, para que no os claven a vosotros pues espero que ni lo piséis.
Dos cervezas y dos tapas: 40 euros.
Amparado en la zona turística en la que está ubicado, en que te sientas en la terraza, en que sólo oyes hablar a extranjeros, zona peatonal, Centro Madrid...
- Hola, dos cañas, por favor...
A los cinco minutos, dos cervezas en vaso de tubo ancho.
-Perdona, hemos pedido dos cañas.
- Ya, pero esto es lo mínimo que servimos en terraza.
- ¿Y no lo avisas antes?
Primera tomadura de pelo: 4,25 cada cerveza.
- Para picar algo ponnos una ración de oreja y otra de calamares.
Ambas sabían a aceite refrito y requetefrito. Calidad 0. Oreja, sosa: 14€. Calamares, fritanga: 15€.
Y para que veáis que no exagero ni una coma, aquí va el ticket.
No es que me haya vuelto ahora sibarita. Es que los tiempo acompañan a serlo, el dinero que tengo me lo gano no sin esfuerzo. Me cuesta consentir, por ello, que me roben. Así de claro lo digo.
A timar ni a los extranjeros, querido empresario de Bar El Brillante. No me vale argumentar la zona ni el buen tiempo ni cristo que lo fundó. Y desde luego, si hubiera tenido más tiempo, os habría pedido el Libro de Reclamaciones.
Por cierto, el camarero muerto de la vergüenza, agachó la cabeza. Pobre chaval, que encima él da la cara por la empresa y le tiran de las orejas en vez de dar la cara el dueño del negocio.
Y aún al pasar dentro del establecimiento, alguien nos voceó:
- Buenos tardes, señores, ¿algo para beber?
No, querido, ya nos habéis clavado en la terraza a la que por supuesto nunca más volveremos.
Y con este post espero que mis amigos tampoco vayan.
Vuelve a saltar a la fama este bar y otra vez por motivos de precio, pero eso no es lo peor.
ResponderEliminarSinceramente, nunca he comido ahí por lo que no puedo hablar de calidad-precio. Pero sí puedo hablar de trato nefasto.
Soy voluntaria de una asociación con personas con discapacidad mental y tras una visita al museo del Prado y antes de emprender la marcha a casa decidimos tomar algo. En la terraza del bar Brillante habían varias mesas vacías y preguntamos si podíamos juntar unas cuantas al ser un grupo grande. El camarero tras mirarnos nos dijo que nos fuéramos porque no nos podíamos permitir sentarnos allí. Y no, no fue una recomendación de buena fe, sino que nos hecho de malas maneras de la zona diciendo que entorpecíamos el paso al resto de clientes con las sillas de ruedas.