He tenido la fortuna de trabajar durante dos días con una marca de lujo: Givenchy y, más en concreto con su línea de Belleza, Givenchy Beauty.
No ha sido solo tocar, probar, oler, sentir y disfrutar de ello y con ello.
También conocer los orígenes, la filosofía del negocio, la calidad de sus productos de belleza, la pasión que despiertan en algunos públicos muy concretos (británicos, rusos y franceses, sobre todo). Lujo al alcance de (casi) todos los bolsillos.
Todo empieza en 1952 cuando Hubert de Givenchy crea la Maison Givenchy, discípulo de Balenciaga y gran amigo cuyo impacto en la alta sociedad y realeza pronto se hizo palpable por sus diseños novedosos y la mezcla de volúmenes y tejidos, volantes y encajes y creando la filosofía de libertad para que cada mujer mezclara las prendas a su estilo.
Su musa y amiga, Audrey Hepburn, desde 1955 cuando se conocieron creando su vestuario para My Fair Lady y el impacto en la sociedad que aquella relación de amistad y trabajo tuvo para ambos. Porque todo el mundo sabe que del trabajo en equipo salen cosas maravillosas.
Esta esencia aún se respira aunque Givenchy nos dejara en 2018 y también en el logo de la marca, que en 1998 pasó a ser parte del gigante de la moda de lujo, LVMH (Louis Vuiton-Moët Hennesy) y manteniéndose él como Director Creativo hasta su retirada completa de las pasarelas en el año 1995, en un desfile cargado de emoción en el que homenajeó a todo su taller de costura, dándoles públicamente el protagonismo que habían tenido durante tantos años puntada tras puntada.
Ultimo desfile de Givenchy (1995). Fuente: AP
Te dejo también este otro reportaje en el que te haces una idea (si no lo conoces ya) de la vida de Hubert de Givenchy con motivo de la exposición en el año 2015 en el Museo Thyssen de Madrid de parte de su obra, arte siempre.
Y te adelanto mi próxima parada a final de mes: Maison Dior.